LA DISCIPLINA
A lo largo de mis estudios en arquitectura he evolucionado mucho. Al principio no lo noté, pero poco a poco mi forma de ver el mundo y el espacio que me rodeaba cambió por completo. Antes de introducirme al mundo de la arquitectura no era consciente de los espacios en los que convivía diariamente desde pequeña. Me limitaba a mirar hasta donde me alcanzaba la vista, fijándome solo en los estímulos que te genera la planta baja comercial y la gente que habita la calle.
Gracias a esta formación vi que hay mucho más allá. Con el tiempo empecé a alzar la vista y a fijarme en los edificios de aquellas calles que había transitado miles de veces, y descubrí la belleza de los edificios modernistas, de las masías antiguas que sobreviven entre los edificios de viviendas y las permanentes marcas en las fachadas que te hablan de la guerra civil. Espacios conformados por el hombre que te hablan del pasado. Edificios ignorados por los transeúntes y admirados por los arquitectos incomprendidos.
Esta carrera me ha hecho ver la importancia de cada elemento en particular, como cambia todo visto desde diferentes escalas, y el enorme alcance que tiene la arquitectura. Creo que no me equivocaría al afirmar que la arquitectura está en todo y lo es todo; por este motivo debemos que ser polifacéticos y tener conocimientos en muchos campos.
El hecho de ver cada rama de la arquitectura en particular, me ha reafirmado la importancia de su trabajo en conjunto; al fin y al cabo, todo parte de un mismo origen y uno no tiene sentido sin el otro. Los estudios de arquitectura no dejan de ser una formación en ámbitos concretos, pero siempre enfocados a verlos como capas que se superponen, trabajan juntas, y se complementan.
LA TRANSVERSALIDAD